Por y para los más pobres 

La desigualdad es tan grande en el Ecuador, que debe ser el tema prioritario de cualquier gobierno y de las élites económicas que también son responsables porque han acumulado demasiada riqueza, que está dentro y fuera del país. Hace 25 años la cuarta parte de la población se debatía en la extrema pobreza, ahora esa proporción no ha bajado. Por eso vemos que aumenta la emigración de ecuatorianos que van a buscar trabajo para comer, tal como hacen los venezolanos.

Ahora a los opinantes de esas élites solo se les ocurre sugerir que hay que botar al desempleo a los trabajadores del gobierno, pero nada dicen de la deuda inmensa de los ricos al SRI porque no han pagado correctamente los impuestos a sus utilidades. Por eso hay un déficit fiscal permanente que le tiene al Ecuador, catalogado de “alto riesgo país”, pues bordea los 1.000 puntos, superado solo por Venezuela y Bolivia.

Esa gran cantidad de ecuatorianos que luchan por sobrevivir en la extrema pobreza no creen en nuestra democracia y votan, pero no eligen, porque anulan o sufragan en blanco. Ellos son los que son tentados por el dinero fácil de los narcotraficantes y caen en la delincuencia violenta, que no solo están batiendo récords de asesinatos, sino que también están masificando la extorsión a los trabajadores de ingresos medios.

Esto ocurre mientras las riquezas del Ecuador, como el petróleo y los minerales metálicos, son sub explotados por la ineficiencia de los gobiernos inestables y corruptos. Si pudiéramos recibir dinero adelantado por concesiones para aumentar la explotación petrolera y minera, que en cantidades grandes subyacen en nuestro territorio, tendríamos el dinero suficiente para hacer un gran proyecto en favor de los pobres vulnerables, del estilo que hizo Colombia en Medellín. De lo contrario seguiremos como hasta ahora, sin saber qué hacer.

Si seríamos capaces de aplicar nuestro poder de negociación para que las grandes telefónicas inviertan en los medios rurales y suburbanos como se hizo en Perú, habríamos hecho un gran adelanto para educar a los ecuatorianos vulnerables a toda clase de tentaciones violentas. Pero ni siquiera podemos culminar las tratativas para cobrar correctamente por el uso de nuestro mercado, por razones que debe explicar el gobierno y fiscalizar la legislatura.

Por todo lo dicho la democracia se erosiona sin remedio.