El Ecuador político se desenvuelve en un círculo vicioso: después del retorno a la democracia, se repite la historia de campañas, elecciones, gobiernos bloqueados, levantamientos, golpes, muertes cruzadas, nuevas elecciones…más pobreza, desigualdad y menos inversión social.
Es evidente que el modelo de Estado tradicional ha fracasado. ¿Quién o quienes pueden cambiar de rumbo a esta alicaída democracia?
Un ejemplo puede demostrar una posible respuesta del nuevo Estado para resolver problemas emergentes. Investigaciones recientes delatan la falta de presencia efectiva de las instituciones públicas en algunas ciudades de la Costa afectadas por la violencia, que convierte a los niños, niñas y adolescentes en sicarios. Lo curioso es que en esas ciudades hay escuelas, centros de salud y retenes, que han sido cooptadas por bandas delincuenciales con dinero y poder, y reemplazado los servicios públicos de educación, salud y seguridad mediante el miedo y la extorsión.
Romper el círculo vicioso de la violencia no es fácil, pero necesario y urgente mediante la gestión real y efectiva de un Estado/gobierno cercano a los ciudadanos que sufren atropellos y maltratos de diverso género. No se trata de construir edificios -que existen-; no se trata de designar más funcionarios -que en ocasiones sobran-; no se trata de insistir en la represión -que es necesaria-, sino generar una nueva gobernanza con gente preparada y sensible, e instituciones del Estado activas, a través de servicios públicos de calidad articulados -salud, educación, deporte, recreación, seguridad, cultura y empleo-, que permitan la recuperación del sentido de comunidad, identidad y pertenencia.
La inversión pública en sectores vulnerables debe reflejar la cara social del desarrollo humano, con proyectos viables, y donde el papel de las fuerzas del orden no solo sea represivo del delito, sino complementario y preventivo.
El Ecuador necesita estrategias innovadoras en los escenarios concretos donde viven los ciudadanos. ¡El objetivo central sería romper el círculo vicioso de la violencia! Que el Estado/gobierno se aproxime a los barrios marginales para que, en diálogo directo y auténtico, en coordinación con los gobiernos locales y los líderes comunitarios, trabaje en las causas que originan los problemas, con transparencia, eficiencia, en territorio y nuevos liderazgos sociales.
El viejo modelo está inscrito en un sistema de poder calificado como perverso, vicioso y vertical, que obliga a los ciudadanos a acudir al Estado en busca de respuestas, y estas no llegan ni llegarán mientras se sostenga una estructura rígida alejada de las necesidades reales de la población.
Un Estado que apueste por los ciudadanos; que sea amigable, confiable, respetuoso de las leyes, de los derechos y obligaciones de la gente, parece ser una alternativa. Si no lo hace a tiempo, con inversión social por resultados, defensa de la vida, oportunidades de educación, salud, empleo y estándares de calidad, las instituciones públicas perderán su misión y serán reemplazados por las mafias en las zonas más afectadas por la violencia.