Liderazgo femenino invisible y gobernanza del turismo costero en Ecuador

Mujeres, poder y desigualdades persistentes

Las mujeres han sido protagonistas en luchas por derechos y libertades, enfrentando estructuras patriarcales que limitan su plena participación social, política y económica. Hoy, las cifras siguen siendo alarmantes: el 70 % de la población mundial en pobreza son mujeres; menos del 2 % posee tierras en países en desarrollo; seis de cada diez han sufrido violencia física, sexual o psicológica; y persisten la discriminación salarial y la sobrecarga de cuidados invisibles (ODS, 2025).

Lo que está en disputa es el poder. No solo en su dimensión política formal, sino también en la más cotidiana: la capacidad de decidir sobre la vida propia, acceder a recursos, trabajar en condiciones dignas y transformar comunidades. Como señala Batliwala (2007), empoderarse implica pasar de la conciencia crítica a la acción colectiva, generando voz propia y movilidad social, política y cultural.

Turismo comunitario con enfoque de género

El turismo comunitario en Ecuador se presenta como vía para la autonomía femenina y la sostenibilidad territorial. No se limita a ingresos: fortalece capacidades, redes colectivas y economías solidarias basadas en reciprocidad y justicia social.

En 2017, más de 90 000 mujeres accedieron al Crédito de Desarrollo Humano, con un monto acumulado de 66 millones de dólares. Estos avances, sin embargo, requieren complementarse con acciones privadas que garanticen trabajo digno, responsabilidad social empresarial y entornos laborales libres de violencia. Como advierten Pécot et al. (2024), el empoderamiento debe entenderse como innovación social de género que desafía marcos tradicionales del turismo y promueve nuevas formas de organización.

Liderazgo femenino invisible en comunidades ecuatorianas

En muchas comunidades, las mujeres ejercen un “poder detrás del poder”: median en conflictos, sostienen redes de cuidado, transmiten saberes intergeneracionales y promueven cohesión social sin ocupar cargos formales. Este liderazgo, aunque decisivo, permanece invisibilizado en los espacios institucionales.

Un ejemplo es Miriam Bravo en Playa Paraíso (Engabao), cuyo liderazgo consolidó una propuesta sólida de turismo comunitario, aunque en las asambleas comunales las prioridades siguen centradas en actividades pesqueras masculinizadas.

A esta experiencia se suma la organización de la Fundación Wankavilca con el grupo “Las Protectoras del Spondylus”, mujeres de la Comuna Ancestral Engabao que han decidido organizarse para visibilizar sus voces, su fuerza y sus sueños. Desde la playa, el mar y la tierra que las sostienen, construyen proyectos colectivos que integran turismo responsable, conservación ambiental y recuperación cultural. Este tipo de organización comunitaria constituye un ejemplo concreto de cómo el liderazgo femenino invisible busca hacerse visible, reclamando reconocimiento en la gobernanza local.

Brechas regionales y conflictos en la Costa

Mientras Yasuní y Galápagos concentran estudios y atención internacional, la región Costa evidencia información fragmentada. Allí emergen conflictos estructurales vinculados al turismo:

  • Acceso a tierra y financiamiento: la propiedad comunal sin títulos limita el acceso a créditos.
  • Transparencia: la gestión opaca de ingresos comunitarios erosiona confianza.
  • Acceso a playas: proyectos turísticos e inmobiliarios restringen el uso colectivo.
  • Crisis de gobernanza: liderazgos perpetuados (“cacicazgos”) debilitan la participación democrática.

Estos problemas se agravan con la expansión camaronera, la contaminación marina y la descarga de aguas residuales sin tratamiento, lo que tensiona aún más la relación entre turismo y conservación.

Gobernanza ambiental con perspectiva de género

La gobernanza ambiental, como señala Agüera Cabo (2021), no puede desligarse de las desigualdades de género. Incorporar la ética del cuidado, los saberes territoriales y la participación de mujeres en decisiones ambientales es crucial para garantizar sostenibilidad.

Un modelo de gobernanza policéntrica —donde comunas, GAD, áreas protegidas, ONGs, universidades y organizaciones de mujeres compartan decisiones— ofrece mejores respuestas frente a la presión turística y extractiva.

El debate entre turismo sostenible y turismo regenerativo se vuelve central: regenerar significa devolver al territorio tanto como se extrae, integrando indicadores públicos de biodiversidad, agua, residuos y participación con enfoque de género.

Del poder invisible al liderazgo reconocido

El desafío es político: ¿cómo transformar la agencia silenciosa en liderazgo reconocido sin despojarla de su autenticidad? Tres condiciones mínimas:

  • Garantías institucionales: cuotas de participación con voto, normativas contra la violencia y transparencia financiera.
  • Soberanía económica: acceso real a financiamiento, compras públicas locales y encadenamientos productivos liderados por mujeres.
  • Servicios de cuidado: infraestructura comunitaria que libere tiempo y facilite la participación plena en espacios deliberativos.

Conclusión

La inclusión social y económica de las mujeres no es solo una cuestión de justicia, sino una estrategia de sostenibilidad territorial. Reconocer liderazgos invisibles —como los de las comuneras organizadas en Engabao y las Protectoras del Spondylus— permite avanzar hacia una gobernanza más equitativa, resiliente y comprometida con la justicia social y ambiental.

El turismo comunitario, cuando se construye desde abajo y con perspectiva de género, se convierte en un motor de cambio: no solo redistribuye ingresos, sino que transforma relaciones de poder, visibiliza voces históricamente silenciadas y fortalece la autonomía de quienes han sostenido la vida desde la sombra.

Referencias abreviadas