
Eve Crowley representante de la FAO en ecuador. Foto: Diego Ortiz / EL COMERCIO
A pocas semanas de haber terminado la Conferencia de las Partes para el Cambio Climático (COP 27), Eve Crowley, representante de FAO en Ecuador, es muy clara: la seguridad agroalimentaria está en juego. Plagas, falta de diversidad genética y sistemas de producción poco resilientes son algunas de las razones para esta situación.
Tras la COP-27, ¿qué ha planteado la FAO para hacer frente a la crisis alimentaria derivada del impacto del cambio climático en la agricultura?
Ha sido una COP muy especial, porque es la primera vez que hemos tenido un pabellón específico sobre agricultura y alimentación. Entonces, de alguna forma estos dos temas tenían un rol más central que jamás en la historia en esta cita. Hay el reto de seguir alimentando a un mundo en un escenario complejo de aumento de población cada
vez más urbana.
¿Y cuál es el escenario para América Latina?
En el caso de nuestra región, es importante la presencia de la Plataforma de América Latina y el Caribe de Acción Climática, que es un mecanismo que apoya a esfuerzos regionales y nacionales de acción climática, particularmente asociados con buenas prácticas agrícolas con capacidades para tener sistemas agroalimentarios más resilientes, inclusivos, eficientes y adaptados a los desafíos climáticos.
Otra cosa importante es la iniciativa de Alimentación y Agricultura para la transformación de sistemas alimentarios. Esto permitió nuevas financiaciones para asegurar capacidades para disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero en el sector agrícola. Uno de los acuerdos que nosotros buscábamos como organización fue minimizar los daños y pérdidas en este sector, particularmente con infraestructura de riego, porque es uno de los más impactados por el cambio climático y también concentra a muchas de las personas más pobres.
¿Cuáles son los principales efectos de este proceso?
El cambio climático presenta desafíos para todas las dimensiones de la seguridad alimentaria, desde la calidad de los alimentos que se producen. Por ejemplo, los nutrientes en estos alimentos cambian cuando aumenta el calor. En ese sentido, uno puede seguir comiendo lo mismo, pero con un menor aporte nutricional que antes. También afecta a la disponibilidad de alimentos, porque las zonas que actualmente
son grandes centros de producción, en el futuro van a desplazarse más al sur y más al norte, según las temperaturas. Entonces, zonas que hoy son productoras puede que en el futuro no lo sean.
¿Cómo está la situación en el mundo y en el Ecuador?
Actualmente tenemos 828 millones de personas en el mundo con inseguridad alimentaria, a lo que llamamos subalimentación. En Ecuador son 2,7 millones de personas en esta situación. Esto no solo ha sido agravado por la pandemia y la guerra de Ucrania, sino también por los impactos del cambio climático que ha alterado el régimen de lluvia.
¿Cómo ve usted al Ecuador respecto de la seguridad alimentaria?
Yo creo que no muchos países se están preguntando esto. Cuando uno mira la historia de los últimos 50 años, hay una homogeneización profunda de nuestros sistemas alimentarios; hay una limitación enorme de la agrobiodiversidad. También hay más alimentos ultraprocesados que tienen un impacto en la dieta. Ahora bien, Ecuador está en una situación muy especial porque tiene una gran agrobiodiversidad, no solamente en términos de los tipos de cultivos sino, además, en las distintas zonas en que se producen. Uno de los mejores ejemplos es el camote, muy rico en vitaminas A y D, por lo que es considerado uno de los alimentos más importantes para la lucha contra el hambre.
Ecuador es un centro de origen de varios cultivos que hasta ahora no han tenido un reconocimiento suficiente a nivel internacional. Pero en el momento histórico en que estamos viviendo, donde existe una apreciación de productos frescos, el país tiene un gran potencial para proveer alimentos de alta calidad.
¿Pero a qué nos referimos con seguridad alimentaria?
Cuando hablamos de seguridad alimentaria, yo creo que muchas veces no se dan cuenta cuán importante es la seguridad genética como una inversión estratégica del largo plazo en el país. El cambio climático nos amenaza, por ejemplo, con plagas que pueden afectar a la diversidad genética de los cultivos, ya que estamos produciendo alimentos con pocas variedades.
Países como Ecuador funcionan como espacios para mantener un ‘stock’ genético que puede ayudar a salvar problemas alimentarios en otras partes y también para promover una alimentación sana y de calidad.
Hoja de vida
De nacionalidad estadounidense, Crowley obtuvo su doctorado en Antropología por la Universidad de Yale, y una doble licenciatura en Gobernanza y Antropología en Smith College, Estados Unidos.
En la FAO se ha desempañado en funciones ligadas principalmente a la erradicación de la pobreza y a la malnutrición, al fortalecimiento institucional y a la seguridad alimentaria.