Corea del Sur tiene más de 50 millones de consumidores, casi tres veces más que el mercado ecuatoriano. Y no solo eso, su poder adquisitivo quintuplica al que tiene un ecuatoriano con ingresos promedio.
Por ello, la firma del Acuerdo Estratégico de Cooperación Económica con Corea no solo se trata de un convenio arancelario, sino de una apuesta estratégica para que Ecuador tenga presencia en una de las economías más dinámicas e innovadoras del mundo.
Con Corea del Sur hay dos escenarios. En el inmediato, están los beneficios que tendrá la oferta agroalimentaria nacional, que es la mayor parte de las exportaciones ecuatorianas al mercado coreano.
El camarón, banano, cacao, café y pesca fresca dejarán de pagar aranceles que llegaban hasta el 30%.
El segundo escenario es el más desafiante. Ecuador debe diversificar su oferta. Hay que aprovechar el consumo que tienen frutas emergentes como el arándano o el aguacate. Y no descuidarse de impulsar manufacturas y servicios asociados a cadenas globales de valor.
En 2024, las exportaciones no petroleras a Corea crecieron 80% respecto al 2023. En el primer semestre de 2025 aumentaron más del 19%. Las importaciones desde Corea del Sur cayeron un 19%, en el último semestre.
Ecuador adquiere principalmente insumos productivos como maquinaria, equipos eléctricos, vehículos y fármacos.
El acuerdo, también, incorpora disciplinas modernas en sostenibilidad, cooperación tecnológica y empleo digno. Este es un aspecto crucial porque no se trata solo de vender más, sino de proyectar al Ecuador como un socio confiable en el escenario internacional, capaz de integrarse a estándares globales y atraer inversión productiva.
La tarea ahora recae en el sector privado y el Gobierno. No basta con abrir el mercado; es indispensable que nuestras empresas innoven, mejoren su productividad y aseguren calidad para posicionarse en un entorno altamente competitivo.
Este acuerdo es más que un tratado, es una oportunidad histórica para redefinir el lugar del Ecuador en el comercio internacional. El reto será convertir el acceso preferencial en desarrollo real, diversificado y sostenible.