
Las casas de acogida son espacios cuya información es reservada a fin de proteger a las víctimas. Foto: fotos: Ana Guerrero / El Comercio
Agresiones físicas, psicológicas y sexuales son parte de una realidad viva en Quito. Las emergencias relacionadas con violencia intrafamiliar se reportan diariamente a través del ECU 911. Desde enero del 2019 hasta el 30 de septiembre del 2022, sumaron 92 327 y priman las alertas desde el sur de la ciudad. En este periodo, el circuito Guamaní lideró, con 3794 alertas de este tipo.
En ese mismo extremo de la urbe se encuentra un espacio de esperanza para mujeres sobrevivientes de violencia y, en la mayoría de los casos, sus hijos. El renacimiento y la reconstrucción de sueños es el corazón de la Casa Matilde, el primer hogar de acogida y protección de este tipo en el país y uno de los primeros en Latinoamérica.
El lugar lleva 32 años. Surgió desde mujeres para mujeres, con guía legal. Primero se instaló en Sangolquí y desde hace unos 25, en el sur (la dirección no se difunde por seguridad). La capacidad es para 30 personas: 10 mujeres y sus pequeños. Actualmente, está completa.
Ingresar a Casa Matilde es palpar fortaleza, ilusiones y la lucha por dejar atrás el miedo, por reencontrarse con el amor propio y construir nuevos planes de vida.
Luz y Alma (nombres protegidos), de 21 y 41 años, se toman las manos, aunque aún sus voces se quiebran al recordar la violencia que vivieron, planean estudiar y generar sus emprendimientos.
Desde pequeña, Luz experimentó agresiones de todo tipo en su núcleo familiar. “No me sentía segura”. A los 9 años, la joven conoció a una persona que, tiempo después, sería la guía para encontrar ayuda.
Con el apoyo de una fundación, se animó a denunciar, preparó su maleta y, cuando la familia enfrentó la diligencia legal, dejó la vivienda y con apoyo de la organización salió de su propincua y llegó a Quito, a la Casa Matilde, donde lleva 4 meses.
Luz comparte sus anhelos. El más grande: tener un hogar sin violencia. Habla de su pasión por el arte y las ganas de ayudar a otras personas. Contempla unirse a la Dinapen.
Luz ingresa a una de las salas de la Casa, con emoción, rodeada de hijos de sus compañeras, toma entre sus manos algunas de sus creaciones, como unos “pollitos” elaborados con papel, a los que llama hijos. De una caja, saca un dragón “que tiene veneno en sus patitas y que lucha”. Hace lo propio con una biblioteca en miniatura.
Del cuello de la joven pende una llave, sostenida por una cadena. Para ella, no solo representa el acceso a un casillero, sino a una nueva vida.
Alma, en cambio, abraza al menor de sus hijos, de 4 años. Se entusiasma al contar que desde que están en la Casa, el pequeño, quien hace unos años sufrió un accidente, volvió a sonreír y a relacionarse con otras personas, añora el día de reencontrarse con el mayor de sus retoños, quien se encuentra con en otra provincia.
La mujer llegó a Casa Matilde, tras años de violencia por parte de su antigua pareja. Cuando conoció al hombre, ella tenía a su primer hijo. Recuerda que el padre de su segundo retoño era atento y respetuoso. Eso cambió. Con la violencia llegó uno de los más duros golpes: la separación de su primogénito.
El individuo no permitió que se quedara en el hogar y a ella le prohibía salir, incluso, para las citas médicas del más pequeño. No pudo asistir al velatorio de su madre.
Alma sueña con el reencuentro, con ayudar a otras mujeres, estudiar una carrera que le dé herramientas para esta meta. También aspira a tener su emprendimiento de crianza de pollos. En el sitio gestionan capacitaciones con otras instancias.
Las dos mujeres, así como el resto de las usuarias, arman sus sueños en un espacio seguro, donde cuentan con alimentación, apoyo escolar para los pequeños, guía psicológica, legal, trabajo social y un espacio a para pensar en ellas. El ingreso y la salida se dan de forma voluntaria.
Ana Ramos, abogada de la Casa Matilde, detalla que se realiza una evaluación. Algunas van referidas por otras instituciones. Cuentan con números de emergencia para asistir telefónica y presencialmente a quienes lo necesiten. “La Casa Matilde nunca para”. En algunos casos han acudido con la Policía u otras instancias.
Entre 2019 y 2021, las cifras del ECU 911 dan cuenta de que diciembre es el mes más violento en Quito. En el 2021, por ejemplo, se reportaron 2 443 emergencias.
Según datos de la Asociación Latinoamericana para el Desarrollo Alternativo (Aldea), 206 mujeres fueron asesinadas en el país, desde el 1 de enero hasta el 3 de septiembre del 2022, incluidos 6 transfemicidios y 115 femicidios por delincuencia organizada.
En la casa de acogida, las usuarias deben ser mayores de 18 años y los pequeños, hasta de 12. Por temas logísticos, no se atienden casos de trata, en último trimestre de gestación, con antecedentes psiquiátricos fuertes ni con altos porcentajes de discapacidad. Eso sí, no hay distinción en nacionalidad o estrato social. “La violencia no discrimina”.
En la Casa, el equipo, conformado por mujeres con vocación de servicio, trabaja en empoderamiento emocional, que cuenten con un espacio para pensar en ellas. Hay muchas que llegan sin nada más que la vestimenta, por lo que gestionan iniciativas como un ropero comunitario y reciben donaciones de la comunidad (099 448 9308, de lunes a viernes). También venden las prendas para recaudar fondos.
El egreso de las mujeres es programado. Cuando hay recursos, incluso, les apoyan con artículos para el hogar o recursos para el arriendo del nuevo hogar. El apoyo de la comunidad es vital.
Luz y Alma, nuevamente, se toman de la mano, caminan por uno de los pasillos de la Casa, regresan la mirada, sonríen y se dirigen al comedor. Es hora del almuerzo. “Los sueños se cumplirán de a poco”.
¿Dónde recibir ayuda en caso de violencia intrafamiliar en Quito?
Casa Matilde: puede llamar a los teléfonos 099 6696 723 y 262 5316. Tienen el apoyo de una operadora de taxis de confianza y gestionan con otras instancias para atender casos
Casa de la Mujer (Patronato San José): 1800-288 523. Acogimiento, alimentación, apoyo psicológico, capacitaciones para generar medios de vida. Están 23 personas: ocho mujeres y sus hijos.
Centro de Apoyo Integral Tres Manuelas (Patronato San José): se encuentra en la calle Loja y Guayaquil, dan apoyo legal, psicológico y cuentan con el Club de Hombres para el Buen Trato.
Warmi Pichincha: cuentan con la línea 166 para mujeres víctimas de violencia, la cual funciona 24/7. El programa cuenta con centros Warmi Pichincha y Promotoras de Derechos en los barrios.
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