El celular debe usarse con planificación docente
La etapa de adaptación escolar, año lectivo 2025-2026, es crucial para que estudiantes, padres de familia y docentes se ajusten a nuevas rutinas y normas. En este contexto, el uso responsable del celular en el aula es un tema que exige claridad y consenso.
Es fundamental que el celular solo se emplee cuando esté dentro de la planificación microcurricular del docente. Esto asegura que su uso tenga un propósito educativo definido y evite interferencias en el proceso de enseñanza y aprendizaje.
Por ejemplo, en una clase de literatura, el docente puede planificar el uso del celular para acceder a un diccionario digital o para realizar una búsqueda rápida de autores y obras. De esta manera, el celular se convierte en una herramienta que apoya el aprendizaje y no una distracción.
Permitir el uso libre del celular puede generar desatención y pérdida de concentración. Redes sociales, juegos y mensajes personales interfieren con la dinámica escolar. Por eso es vital que el docente controle cuándo y cómo se utiliza esta tecnología dentro del aula.
Además, respetar esta norma fomenta en los estudiantes hábitos de estudio saludables donde primen la concentración y el diálogo. Se busca que el celular complemente el aprendizaje, no lo reemplace ni desvíe la atención del contenido escolar.
La etapa de adaptación es también una oportunidad para que padres y estudiantes comprendan y apoyen las normas sobre el uso de la tecnología. La cooperación familiar fortalece el cumplimiento y mejora de los resultados académicos.
En conclusión, el celular debe ser un aliado solo bajo condiciones claras y planificadas por el docente. Así, el año lectivo 2025-2026; podrá aprovechar las ventajas tecnológicas sin perder foco en la educación.
Roberto Camana-Fiallos
El abuso de la Fundación privada que maneja varios lindos museos en Quito
Hace 20 años el Concejo de Quito decidió que varios lindos museos sean administrados por una fundación privada. El Municipio, años después, permite que los parqueaderos del Museo de la Ciudad sean para uso exclusivo de los funcionarios de esa fundación, así como los ‘’autorizados por la Secretaría de Cultura”. Y quienes deberían ser los beneficiarios de esas facilidades, los turistas, incluyendo personas con movilidad reducida que llegan a la esquina de la calle de la Ronda y García Moreno, se topan con un guardia privado que les anuncia que ya no es de uso público, sino privado, y de que puede ir en el carro, cruzando la Ronda (abrase visto semejante disparate) para parquear ‘dos cuadras más allá’. Llaman al coordinador del contrato de seguridad, quien pregunta a través de la radio portátil ‘cuál es el personaje’ que desea ingresar -¿solo el que tiene ‘padrino’ se bautiza?- luego baja, escucha la queja y llama al jefe administrativo del museo, quien dice, tras aceptar la justeza del reclamo, que ‘sí sería buena idea asignar una parte del parqueadero para uso de los usuarios del museo, modificando el reglamento interno’. Además, en clara violación a la norma constitucional, alguien se ha ideado un ‘salvoconducto’ para que solo puedan acceder al pequeño tramo de vía sobre la calle García Moreno desde la Av. 24 de mayo los pocos vehículos privilegiados, limitando así a cualquier otro ciudadano de circular por esa vía y ocupar ese parqueadero, en un claro proceder discriminatorio. ¿Qué dice el Concejo y la Corte Constitucional frente a este abuso de la Fundación Museos de la Ciudad? Así, sin poder usar las decenas de parqueaderos que están improductivamente ocupados ¿cómo quieren que aumenten las cifras de turismo interno y externo? Varios museos del Centro Histórico de Quito no atienden al público los lunes y martes, desalentando de visitar esos días el Centro Histórico y dinamizar así la alicaída economía de Quito. ¿Cabe que los atractivos turísticos del primer Patrimonio Cultural de la Humanidad sean administrados por fundaciones privadas? ¿Hasta cuándo tanta exclusión para la inmensa mayoría, ávida de conocimiento y cultura, y de privilegios y violaciones constitucionales de unos pocos?
Diego Fabián Valdivieso Anda