Cartas a Quito / 27 de agosto de 2025

El círculo vicioso

¿ A dónde van tantos delincuentes, extorsionadores, ladrones, asaltantes, traficantes, que todos los días el gobierno, a través de sus batidas de la policía y ejército, encuentran en las diferentes partes del país?. A aumentar el hacinamiento, mezclando asesinos, con ladrones. Y, mañana, tarde y noche, los noticieros de los medios de comunicación repiten, unos para supuestamente ganar sintonía y otros para vender más, este tipo de noticias.

Pero la pregunta, ¿qué hacemos? ¿Y a dónde va tanta gente? Si el sistema carcelario está colapsado y el supuesto Centro de Rehabilitación es mera escuela del delito y el lugar de preparación en operaciones delictivas más sofisticadas y de libre consumo de droga, que muy fácilmente ingresa, con los guardias penitenciarios sobornados, sometidos u obligados a permitir.

De que vale que unos cuantos policías y soldados arriesguen su vida y la angustia de sus familias y muchas veces se vean obligados o tentados a unirse a las mismas bandas. Y por la droga mata o asesina el adicto y se sentencia desde el interior de las mismas cárceles, donde impone la orden, el líder de la banda.

Y, por otro lado, tenemos la justicia sometida, unas veces por amenazas u otras, porque hacen un modus vivendi que les permite obtener un ingreso económico que supera con creces su salario. De ahí que se dictan sentencias de libertad y salen libres, aun con las evidencias y contra todo criterio jurídico presentado.

El círculo se hace vicioso. Parecería que no hay salida que permita romper este círculo vicioso, porque te alinea o te alineas. Por las buenas recibes y das paso o, por el contrario, te acoges a las consecuencias. La solución no está en cárceles más grandes para abarcar a más convictos, o más sofisticadas para someter al peligroso o cuantas batidas exitosas logré la policía y los militares que a diario exponen sus vidas, sino en el cambio de estructuras.

Anhelo un país en paz, con justicia social, con ciudadanos honestos, respetuosos, preparados y una familia con principios morales y libres en su pensamiento.

Hacer más cárceles, únicamente para que puedan estar más cómodos. Yo le propondría que las cárceles sean escuelas o centros de estudio, de preparación, de capacitación. Aprovechar las diferentes habilidades de las personas que se encuentren encerradas por delinquir. Ese conocimiento, esa habilidad, esa mano de obra desocupada, para hacerla producir en lo que él o ella saben.

El Estado mismo sería el contratista y ellos serían los proveedores de uniformes para las diferentes instituciones del estado, pupitres, camas, puertas para las viviendas populares, anaqueles de cocina, closet, rejas. Puede trabajar en aluminio. Emprender en la fabricación de paneles solares, drones o equipos, piezas para exportar.- Hacer maquila para empresas extranjeras, a mano de obra más barata.

Y que reciba una compensación económica fruto de su esfuerzo, de su trabajo. Para cuando cumpla su condena no solo vaya capacitado sino con recursos que le permita emprender en algo. Eso, por una parte, pero si las personas son reincidentes en delitos graves, se debe dar la pena más severa. Ustedes saben a lo que me refiero.

Lionel Efraín Romero Reyes