Cartas a Quito / 29 de agosto de 2025

¡No se atreva señor Presidente!

Si esto que estamos escuchando es un falso rumor, mil perdones, pero en caso contrario y con solo escucharlo ya nos estamos incomodando los jubilados. Si usted piensa bajarnos el 30% de nuestras pensiones jubilares y quitarnos nuestros décimos sueldos, ¡u s t e d s e c a e!, lo digo con todas las letras, porque saldremos a las calles abuelos, hijos y nietos, o sea toda la población ecuatoriana, menos la élite rica, que la constituye usted, su familia y el 1% más pudiente del país.

Tenemos un seguro de salud pésimo, si queremos arreglar nuestra dentadura tenemos que pagar de nuestro bolsillo, si necesitamos medicinas también tenemos que pagar de nuestro bolsillo.

Le explico, mientras duró nuestro trabajo, los jubilados ya dejamos pagando nuestras pensiones jubilares y nuestros décimos. Nos pertenece esos dineros, son nuestros ahorros, el Estado no nos está regalando y, sabe, ¿por qué saldríamos las tres generaciones?, porque nosotros no poseemos el dinero que usted posee debido a las herencias desde sus abuelos.

Nosotros, los abuelos de extracto medio y pobre, ayudamos a redondear los gastos de los hogares de nuestros hijos y nietos, o cree que ellos ganan enormes sueldos, y si usted nos quita un solo centavo, llenaremos las calles día y noche.

Tómelo como una advertencia, con todo el respeto, nada más. A nosotros no nos va a amilanar el tal FMI y sus ‘recetas’ y, usted deje de endeudar más al país. Busque inversión local, atraiga inversores extranjeros, haga crecer el país, ofrezca empleo, la informalidad sigue creciendo, estamos estancados desde hace muchísimos años. Y no hay escusa, la inseguridad en un grado superlativo lo vive México desde hace 50 años y, mire cómo crece.

Mercedes Regalado

La corrupción un mal social

Es corrupto todo aquel se pasa de vivo y hace de su viveza un aprovechamiento en contra de las normas establecidas. Es vivo aquel que no respeta la fila, de quienes estamos respetuosos, esperando el momento de ser atendidos, sea, institución municipal, pública o privada.

Si en el Ecuador lográramos una cultura de respeto, una cultura de una buena atención, una cultura de honestidad y de un trato amable y cordial, creo que sería la semilla que florecería, en cada uno de nosotros, para que la corrupción en las altas esferas; de las actividades comerciales, políticas, sociales, no ocurran en la magnitud y con la impunidad con que se las lleva en Ecuador.

Justamente hacen engorroso un trámite, para tener la oportunidad de recibir propina, que viene a ser la extorsión en corto. Esa corrupción a la que nos tienen acostumbrados y, especialmente, de los señores policías de tránsito, es un mal endémico, que ha calado muy profundamente en la sociedad ecuatoriana.

Muchos candidatos hacen de la política, un modus vivendi: beneficiarse con las firmas de contratos de obras y luego los partidarios decir “llevan, pero hacen”. Justificando un robo. Cuando debería haber sido sancionado por ello.

La corrupción en los municipios, prefecturas, etc. está enraizada y para eso hay muchos pipones, encargados de demorar y de poner obstáculos, solo para que el usuario se vea obligado a sacar un billete, que es la única forma de que corra el pedido y se le dé solución a su reclamo o a su trámite. Si, la única forma de poder lograr un contrato, es dando un porcentaje, y por ello tenemos obras que en pocos tiempos se dañan.

Hay corrupción en algunos empresarios que a sus productos buscan hacerlos con el menor costo posible y, por lo tanto, con ingredientes de baja calidad y muchos no cubren la cantidad del producto ofrecido, el precio por el cual se paga. En los mercados o tiendas, ajustan sus balanzas para poner una onza menos y así sin, que se note, sacar beneficio en el peso.

La otra corrupción es más sofisticada, a más alto nivel, porque ya son presupuestos, contratos onerosos. Los grandes negociados que de la noche a la mañana vuelve ricos a personajes, políticos, que fueron con la frase de honestidad y a la final lo primero que hacen es apoderarse de un dinero mal habido.

La corrupción, más el tráfico de drogas, convirtió a un sistema político, el modelo de como dejar en la miseria las arcas de un país y llenas a nombre de terceros, las cuentas de testaferros, en los bancos de los llamados paraísos fiscales.

Ahora no solo esperamos que sean juzgados y condenados, sino que se recupere todo lo robado y si es posible se queden en la calle, con los bolsillos vacíos.

Lionel Efraín Romero Reyes